1704. La batalla naval de Vélez-Málaga
- Chesko González
- 26 oct
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Actualizado: 27 oct

UN REY SIN HEREDERO
El 1 de noviembre de 1700 muere en Madrid Carlos II de España, sin dejar descendencia. Su vasto imperio incluía, además de Castilla y Aragón, Nápoles, Toscana, Sicilia, Cerdeña, Milán, Flandes y las colonias americanas. Su muerte desencadenó una pugna dinástica entre Borbones y Habsburgo, que reclamaban el trono por lazos familiares.
Carlos II había nombrado inicialmente heredero al duque José Fernando de Baviera, pero la repentina muerte de este (1699) reabrió el conflicto sucesorio. Finalmente, apoyado por el papa Inocencio XII, designó como sucesor a Felipe, duque de Anjou, nieto de Luis XIV, con la condición de que renunciara al trono francés.
El 22 de enero de 1701 Felipe entró en Madrid y fue proclamado Felipe V de Borbón, primer monarca borbónico de España. Pero su entronización provocó la alarma en Europa, ante el miedo de que Francia acabara haciéndose con el poder del imperio español. Por este motivo, Inglaterra, las Provincias Unidas, Austria y Prusia formaron una coalición (la Gran Alianza) y declarando la guerra a Francia y España el 15 de mayo de 1702.
LOS PREPARATIVOS PARA LA GUERRA
El ministro francés Jean-Baptiste Colbert sabía que la guerra se librarían principalmente en el mar. Así que modernizó la Marina francesa, creando una extraordinaria flota de casi 200 navíos. Los buques de guerra se clasificaban en cinco rangos según su tonelaje y número de cañones, empleándose fragatas, corbetas, brulotes, flautas, galiotes y galeras.

En el siglo XVII, la artillería pesada transformó el diseño de los barcos y las tácticas navales. La colocación de diferentes niveles de cañones laterales impuso el combate en línea, teorizado por el jesuita Padre Hoste. Las flotas, organizadas en tres escuadrones –una de vanguardia y dos laterales–, seguían señales desde los mástiles y centraban el combate en un cañoneo continuo. El objetivo era desarbolar o destruir al enemigo, y apareció una nueva arma: la galeota bomba, capaz de lanzar proyectiles explosivos. Aquello soberbios barcos eran auténticas fortalezas flotantes y costaban exhorbitantes sumas de dinero fabricarlos.
GIBRALTA ES TOMADA POR LOS INGLESES
Para asegurar el trono de Felipe V, Luis XIV ordenó concentrar una flota en el Mediterráneo, la cual zarpó de Brest el 14 de mayo de 1704 con 26 navíos, cuatro fragatas y seis brulotes. Tras unirse en Tolón a otras escuadras.
El 12 de agosto de 1704, el conde de Toulouse, Luis Alejandro de Borbón, al mando de la fuerza naval, llegó a Barcelona, donde tuvo conocimiento de la toma de Gibraltar –la cual había ocurrido el 4 de agosto–. Con la captura del peñón, los ingleses aseguraron una posición estratégica en el Mediterráneo, cortando así el acceso de los barcos franceses al Atlántico. Sin dudarlo, ordenó la movilización inmediata de sus barcos hacia el Estrecho.
EL ENEMIGO SE ACERCA
Durante una escala de abastecimiento en la bahía de Vélez-Málaga, el conde de Toulouse fue informado de la aproximación una flota formada por barcos anglo-holandeses.
El 24 de agosto, las dos flotas se encararon en un tramo de 2 km frente a las costas de Vélez-Málaga. Ambos contrincantes estaban bastante igualados.


El almirante George Rooke, veterano marino inglés, dirigía 53 navíos, 12 buques auxiliares, 3.614 cañones y 22.453 hombres. La flota franco-española de Luis Alejandro reunía 50 navíos de línea, 8 fragatas, 9 brulotes y 24 galeras (la aportación española), con 3.522 cañones y 24.275 hombres.
Las galeras españolas procedían del arsenal de Cartagena y servían como embarcaciones auxiliares: Remolcaban navíos dañados, llevaban munición, víveres y heridos y en algunos casos, disparaban artillería ligera desde su proa. Entre algunos de sus nombres destacan la “Capitana Real”, la “San Felipe”, la “Santa Teresa”, etc.
LA BATALLA
El sistema de combate estuvo formado por dos largas líneas rectas de navíos, colocados uno detrás de otro, separados unos 150 a 300 metros. A barlovento, los aliados anglosajones; a sotavento, la franco-española.
El fuego de cañones comenzó a las 8 de la mañana.

Al principio el mar estaba extrañamente tranquilo. Esa calma chicha favorecía la precisión de los disparos de artillería, pero también provocó que el humo de los cañones cubriera completamente el horizonte, impidiendo ver al enemigo. Los oficiales franceses escribieron después que “la batalla se libró casi a ciegas, entre humo, fuego y astillas”.
El buque insignia francés, Le Foudroyant, comandado por el conde de Toulouse, se enfrentó directamente al navío británico Royal Catherine del almirante Rooke. En un momento decisivo, los franceses usaron “bolas encadenadas” —dos balas unidas por una cadena— para destrozar los mástiles del enemigo. El Royal Catherine quedó casi inmovilizado, lo que hizo pensar a los franceses que habían ganado… pero, de repente, el viento comenzó a soplar a favor de las fuerzas inglesas, gracias a lo cual le permitió evitar la humareda de sus propios cañones y salvarse.
Las galeras españolas desempeñaron un papel inesperado. En medio del combate los barcos franceses quedaban muy dañados. Las galeras se acercaban entre el fuego enemigo para remolcarlos fuera de la línea. Este acto de valor salvó al menos cuatro navíos del hundimiento. Los marinos franceses las llamaron después “las mulas del Rey Sol”.

FUEGO Y VINO
El Fier, navío francés de la vanguardia, fue alcanzado por una bomba que incendió la cubierta. Los marineros, rodeados de fuego, tuvieron que arrojarse al mar o refugiarse en las galeras cercanas. A pesar del caos, lograron apagar las llamas con barriles de vino —ya que el agua dulce en ese momento escaseaba—, lo cual fue relatado con admiración por los supervivientes.
EL RESULTADO
Tras doce horas de cañoneo, ningún barco fue hundido, pero el desgaste humano fue terrible. Hubo más de 4.500 entre muertos y heridos.
El propio almirante Rooke escribió más tarde: “Es una de las batallas más duras que he visto en mi vida, y todo para volver al mismo sitio al día siguiente”. Los franceses también lo llamaron “un disparo al agua”, por la ineficacia de la acción.
De hecho, la batalla de Vélez-Málaga fue el mayor combate naval de la Guerra de Sucesión Española. Sin embargo, no tuvo un vencedor claro y pronto cayó en el olvido. Aunque en realidad, este enfrentamiento supuso un punto de inflexión en la historia de la marina europea: marcó el fin del uso de las galeras y el inicio de la guerra moderna de escuadras.

UN JÓVEN GUARDAMARINA
En el buque insignia francés, Le Foudroyant, se encontraba un quinceañero español que servía de guardiamarina –aunque otras fuentes lo ubican en el navío Nuestra Señora de Guadalupe–. Este joven se llamaba Blas de Lezo, el cual tuvo su primera gran herida de guerra: perdió una pierna a consecuencia de un cañonazo, dejándolo tullido de por vida. Blas sería años más tarde un héroe de la Marina –hoy existe una estatua en su honor en el Paseo Marítimo de Levante de Torre del Mar –. Se dice que el propio Luis XIV lo elogió personalmente y lo ascendió por méritos de guerra.
CONCLUSIÓN
La batalla naval de Vélez-Málaga fue uno de los enfrentamientos marítimos más significativos de la Guerra de Sucesión Española, tanto por la magnitud de las fuerzas combatientes como por su desarrollo táctico. Aunque el combate terminó sin un vencedor claro, su importancia residió en el perfeccionamiento de la guerra en línea, que marcó el inicio de la estrategia naval moderna y el fin definitivo de las galeras como instrumento bélico.
Durante este episodio se demostró el valor y la pericia de los marinos españoles, que actuaron heroicamente bajo fuego enemigo para salvar navíos estropeados. También dejó nombres para la historia, como el del joven Blas de Lezo, que inició allí su carrera militar.
En suma, la batalla de Vélez-Málaga no alteró el rumbo inmediato de la guerra, pero sí simbolizó la transición entre dos eras navales: la de los combates tradicionales mediterráneos y la de las grandes flotas de línea que dominarían los mares durante el siglo XVIII.
FUENTES
1704, Vélez-Málaga. Cuando la batalla tiene lugar. Exposición presentada inicialmente en el castillo de Vincennes del 5 de marzo al 28 de abril de 2018. Servicio Histórico de Defensa de Francia.
El plano en relieve de Toulon en 1703 y la flota del Levante. revista Rose des Vents, n.º 134, 2010/4, y en Modèles Réduits de Bateaux (MRB) n.º 567, de febrero de 2011.
La campaña de las uniones: La batalla de Vélez-Málaga (24 de agosto de 1704) por L. V. Favier.
Francisco R. Cabrera Pablos: La batalla naval de 1704 en aguas de Málaga. Revista Jabega nº 36. 1981. Páginas 34-43.
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