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1914. Suceso de Benagalbón

Actualizado: hace 43 minutos

Detenidos de Benagalbón tras las elecciones de 1914.
Detenidos de Benagalbón tras las elecciones de 1914.

UN SISTEMA CORRUPTO


En 1875 se instauró en España la Restauración monárquica, con la intención de crear un sistema parlamentario estable. Sin embargo, en sus inicios, el régimen mantuvo un sufragio restringido que solo permitía votar a varones con cierto nivel económico y social, dejando fuera a las clases populares. La vida política se organizó en torno a la alternancia pactada entre dos partidos: el conservador y el liberal.

 

La aprobación del sufragio universal masculino en 1890 supuso un avance significativo, ampliando el electorado de apenas un 5 % a unos 4 millones de votantes, alrededor del 24 % de la población. Este cambio favoreció la expansión de los partidos republicano y socialista, que lograron apoyo en numerosos municipios. No obstante, los partidos políticos conservadores continuaron ejerciendo fraude electoral para mantener el control del poder.

 

El mecanismo central de manipulación fue el “encasillado”, mediante el cual el Ministerio de la Gobernación fijaba de antemano qué candidatos debían resultar elegidos en cada distrito. Para lograrlo, se recurría a los caciques locales: personas influyentes en los pueblos —grandes propietarios, empresarios, notables o funcionarios— que controlaban la administración y la vida laboral de los vecinos. Las prácticas fraudulentas incluían el pucherazo, la compra de votos y la coacción física por parte de autoridades o de la Guardia Civil.

 

En las zonas rurales, donde el analfabetismo alcanzaba el 79 %, la dependencia económica de los caciques aseguraba el control político. De hecho, en pueblos como Benagalbón, el auge del republicanismo obrero generó un deseo de cambio que chocó con las irregularidades electorales, puestas en práctica al menos desde comienzos del siglo XX mediante actas falsificadas, exclusión de votantes y escrutinios amañados.

 

BENAGALBÓN A COMIENZOS DEL SIGLO XX


En 1914, Benagalbón tenía un ayuntamiento propio y contaba con 4.828 habitantes, con una estructura social muy desigual: la mayoría eran jornaleros sin tierra, dependientes de los propietarios y de las inclemencias del tiempo. Si llovía, helaba o había sequía, no trabajaban y, por consiguiente, no cobraban, sucumbiendo al umbral de la extrema pobreza. Esta situación llevó a muchos vecinos a emigrar a otras partes de Andalucía en busca de trabajo.

 

En este difícil contexto, el movimiento obrero se desarrolló con una fuerte carga de dignidad y resentimiento contra los abusos de los poderosos. La desconfianza hacia las autoridades locales —alcalde, secretario y Guardia Civil— era total, pues se les consideraba instrumentos del cacique.

 

Los obreros de Benagalbón se organizaban en torno a dos ejes políticos: el Centro Republicano Obrero y la Juventud Republicano-Socialista, espacios de reunión y formación política. En estos centros se promovía la alfabetización, se debatían los abusos de los caciques y se concienciaba sobre la importancia del voto. De este modo, para las elecciones de 1914, la clase obrera ya estaba preparada para impedir el fraude, como efectivamente ocurrió.

 

EL SUCESO


El 8 de marzo de 1914, día de las elecciones, unos quinientos vecinos de Benagalbón se reunieron frente al edificio donde se encontraba la mesa electoral con el objetivo de impedir cualquier fraude. La Guardia Civil —en número de cuatro— estaba apostada en la entrada por orden del alcalde.

 

A la hora del almuerzo, el presidente del colegio trató de huir por un corral trasero —de este modo el acta del escrutinio no tendría validez sin su firma—, pero la muchedumbre lo interceptó y lo obligó a regresar al interior del edificio. Más tarde, durante el recuento de votos, el ambiente se tensó, y un vecino gritó: «¡Qué nos roban el acta!». La Guardia Civil intentó desalojar la entrada a base de empujones.

 

Inmediatamente después, uno de los guardias efectuó un disparo disuasorio. Se escuchó un grito de «¡a por ellos!». Llovieron piedras, insultos y empujones. Una mujer, Dolores Gómez Villalva, se agarró al fusil del guardia Antonio Martín, por miedo a que disparara. Varias personas acudieron en su apoyo. Unos dos o tres minutos más tarde, el guardia civil Domingo Almodóvar apareció muerto con una herida en el cuello, mientras que sus compañeros cayeron inconscientes al suelo debido al impacto.


Los guardias Antonio Martín, Lorenzo Jiménez y Joaquín Arias, posando con sus heridas tras el choque.
Los guardias Antonio Martín, Lorenzo Jiménez y Joaquín Arias, posando con sus heridas tras el choque.
Guardias civiles y periodistas en el lugar del suceso.
Guardias civiles y periodistas en el lugar del suceso.
El guardia civil asesinado en el suceso de Benagalbón de 1914, Domingo Almodóvar
El guardia civil asesinado en el suceso de Benagalbón de 1914, Domingo Almodóvar

DETENCIONES Y JUICIO


En los días posteriores fueron detenidos 58 vecinos de Benagalbón, entre ellos familias enteras de jornaleros. Destacaba la familia Roldán-Gómez: el padre, Enrique Roldán González; su esposa, Dolores Gómez Villalva —la mujer que asió el fusil—; y su hijo, Enrique Roldán Gómez, considerados principales culpables del homicidio. Curiosamente, esta familia estaba estrechamente vinculada al movimiento republicano y obrero del municipio.


El oficial Villalón, a quien se le debe la instrucción del sumario.
El oficial Villalón, a quien se le debe la instrucción del sumario.

El Consejo de Guerra se celebró en el cuartel de la Trinidad (Málaga), los días 3 y 4 de diciembre de 1914. Los cargos principales fueron “insulto, resistencia y agresión a la fuerza armada con resultado de muerte”. Durante el juicio hubo un cruce de acusaciones entre la familia Roldán y la de Guillermo Pérez Díaz sobre la autoría de la muerte del guardia Almodóvar, aunque no se presentó prueba concluyente.


Conducción de presos y del féretro del guardia asesinado desde Benagalbón a Rincón de la Victoria, el día siguiente a los hechos.
Conducción de presos y del féretro del guardia asesinado desde Benagalbón a Rincón de la Victoria, el día siguiente a los hechos.

El suceso tuvo gran repercusión mediática en toda España. El periódico El Imparcial subrayó el valor de los vecinos que defendían sus derechos frente a la corrupción, mientras que otros diarios conservadores insistían en castigar con dureza a los culpables, argumentando que se trataba de un ataque premeditado con trasfondo político.

 

La sentencia dictó pena de muerte para Enrique Roldán González, Dolores Gómez y Enrique Roldán Gómez; condenas de seis años para José Díaz Villalva y José Roldán Martín —parientes de esta familia—; y entre tres y cinco años para otros procesados menores.


La familia Roldán-Gómez, maniatada. Días después de los hechos
La familia Roldán-Gómez, maniatada. Días después de los hechos

CAMPAÑA SOLIDARIA


La sentencia generó una campaña de solidaridad a nivel nacional. El diputado republicano Pedro Gómez Chaix, junto a asociaciones obreras y la Liga de los Derechos del Hombre, denunció los abusos, los malos tratos en prisión y la parcialidad del tribunal militar. Tras meses de presión política y mediática, y con más de 3.000 telegramas de protesta enviados al presidente del Gobierno, Eduardo Dato, en 1915 se consiguió conmutar las penas de muerte por reclusión perpetua para los Roldán.

 

LA LIBERACIÓN


En julio de 1925, el Diario Oficial del Ministerio de Guerra anunciaba el indulto para Enrique Roldán González y su hijo —que se encontraban en la prisión central de San Miguel de los Reyes (Valencia)— y para su esposa, recluida en la cárcel de mujeres de Alcalá de Henares.

 

Una vez liberados, padre e hijo viajaron de Valencia a Madrid y se reencontraron con Dolores Gómez tras 11 años de separación. A la familia se unieron los periodistas catalanes San Juan y Duch Salvat, y los abogados Amigo Farreras y Pedro Gómez Chaix, defensores durante el juicio.

 

Posteriormente realizaron varias visitas por la capital: primero al presidente del Directorio, el general Nouvilas, para agradecer el indulto; luego al Ateneo de Madrid y a la Casa del Pueblo, donde expresaron su gratitud a la Sociedad de Albañiles “El Trabajo” por la ayuda económica prestada durante su encarcelamiento.

 

Finalmente, el 22 de julio llegaron a la estación de Málaga, donde fueron recibidos con aplausos y vítores, y regresaron a su pueblo natal, Benagalbón. Atrás quedaron más de una década de cautiverio, penurias económicas y una España que había abandonado la democracia para convertirse en la Dictadura de Primo de Rivera.


Fotografía: llegada a Málaga de la familia Roldán. 1- Dolores Gómez, 2- Roldán padre, 3- Roldán hijo, 4- el republicano y abogado Pedro Gómez Chaix, quien los defendió durante años.
Fotografía: llegada a Málaga de la familia Roldán. 1- Dolores Gómez, 2- Roldán padre, 3- Roldán hijo, 4- el republicano y abogado Pedro Gómez Chaix, quien los defendió durante años.

CONCLUSIÓN

El episodio de Benagalbón de 1914 resume el fraude electoral, la violencia institucional y la impunidad de los caciques, que contrastaban con el despertar político del campesinado andaluz en un sistema democrático fallido: el de la Restauración.

 

A nivel local, Benagalbón fue un microcosmos de la España rural: un pueblo humilde, controlado por caciques, que al alzarse contra la manipulación electoral fue duramente castigado. A nivel histórico, representa una ruptura simbólica con el viejo orden oligárquico, preludio de los cambios que trajeron las crisis de 1917 y, años después, la Segunda República.


FUENTE

 
 
 

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