Con mucho fiato
- Chesko González
- 19 oct
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 21 oct

LOS COMIENZOS: DE VÉLEZ A FLORENCIA
Aurelio Anglada Béjar nació en Vélez-Málaga en 1888 o 1889, según las fuentes. Hijo de un maestro albañil, Luis Anglada Pastor, de raigambre republicana. Con apenas 17 años, emigró junto a su hermano Francisco a Buenos Aires, como tantos jóvenes veleños que buscaban prosperar en América. Francisco, a su regreso a España, fue miembro de las juventudes republicanas veleñas y seguidor del diputado catalán Hermenegildo Giner de los Ríos.
En Argentina, Aurelio conoció a Carolina Poggio Caligari, joven italiana de clase media alta, con la que contrajo matrimonio. Tras la boda, la pareja se trasladó a Italia, estableciéndose primero en Florencia y después en Milán. Allí nació su único hijo, Luis Anglada, hacia 1911.
En Florencia, comenzó sus estudios con Vincenzo Vannini, destacadísimo maestro de canto y heredero de la escuela del “bel canto italiano”–estilo que prioriza la belleza sonora, la agilidad vocal y el control de la respiración–. Vicenzo fue editor del célebre Metodo pratico di canto de Nicola Vaccai. Durante su aprendizaje, Anglada perfeccionó la colocación vocal, el control del fiato –la gestión del aire para sostener notas largas y frases completas sin interrumpir la emisión vocal– y la pureza del legato, principios esenciales del canto lírico italiano.

EL IMPULSO (1914–1918): CONCIERTO HISTÓRICO EN EL TEATRO DEL CARMEN
Con poco más de 25 años, Anglada inició su carrera profesional en Italia, cuyas críticas lo consideraron uno de los más destacados tenores del país. Cuando regresó a España, el 16 de agosto de 1914 ofreció en el Teatro del Carmen de Vélez-Málaga (calle Luis de Rute) un concierto histórico, reseñado por los periódicos La Monarquía y La Unión Ilustrada, que calificaron la velada de “triunfo colosal”. El recital fue una función benéfica destinada a reparar el cementerio municipal y organizada por la viuda del diputado, abogado y literato Félix Lomas Martín, con la colaboración de Cristóbal Palacios al piano y Serrano al violín.
El teatro se había llenado de un público selecto y lo adornaron con flores, gasas y banderas españolas, por el artista Gálvez Gámez. Sobre el escenario destacaba una inscripción floral que decía: “Al artista insigne, sus paisanos”.
Programa musical de aquella noche:
Primera parte
- “Questa o quella” – aria de Rigoletto (Giuseppe Verdi).
- “Rêverie” – Robert Schumann, interpretada por Ribera (violín) y Palacios (piano).
- “Mi pobre reja” – canción andaluza de Ignacio Tabuyo.
- Cavatina – Joachim Raff, a piano y violín.
Segunda parte
- Racconto de La Bohème (Giacomo Puccini).
- E lucevan le stelle de Tosca (Giacomo Puccini).
- Romanza – Robert Schumann.
- Andante – Piotr Ilich Chaikovski.
Tercera parte
- Pieza de Gaetano Donizetti.
- Canción de Francesco Paolo Tosti.
- “La donna è mobile” – aria de Rigoletto (Giuseppe Verdi).
El público llenó el teatro y ovacionó entusiasmadamente cada interpretación. La prensa subrayó la potencia, musicalidad y elegancia de la voz del tenor veleño, destacando sus facultades técnicas y su dominio del repertorio italiano.
Durante los años siguientes ofreció conciertos en Málaga, Granada, Antequera y Córdoba. En 1915 el periodista “Holguín”, en El Diario de Antequera, escribió: “Joven, en la plenitud de su vida, ve deslizarse su brillante carrera entre constantes aplausos… posee una voz que anonada y conmueve”.

Ese mismo año, Alberto Cienfuegos, en El Defensor de Granada, lo definió como “un tenor de positivo y excepcional mérito, simpático, de voz melosa y espíritu franco”.
En 1916 retomó sus giras por Italia, actuando en ciudades como Mesina, Palermo y Bríndisi, donde la prensa italiana alabó su técnica “di scuola altissima”. De vuelta a España, ofreció varios recitales en Granada junto al célebre pianista Enrique Aroca, confirmando su madurez artística.
LA MADUREZ (1919-1930): AUGE INTERNACIONAL Y DESPEDIDA EN EL CERVANTES
Entre 1919 y 1924 alcanzó su plenitud como tenor lírico. Su carrera europea incluyó actuaciones en París, Roma, Londres y Milán, y participó en el estreno mundial de Pulcinella de Ígor Stravinski, junto a los Ballets Rusos de Diáguilev –y escenario de Pablo Picasso– en la Ópera de París (15 de mayo de 1920). Días después, el 27 de mayo del mismo año, interpretó el papel de Filandro en Le astuzie femminili, de Domenico Cimarosa. Estos hitos lo situaron en la vanguardia musical europea.
En España, formó parte de las temporadas líricas del Teatro Real de Madrid y del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, compartiendo cartel con figuras como Miguel Fleta y Marcos Redondo, con quien trabó amistad. Redondo, discípulo de Ignacio Tabuyo, organizaría años más tarde un concierto benéfico en el que ambos compartieron escenario.
Su última gran actuación escénica en Málaga tuvo lugar el 9 de julio de 1925, en el Teatro Cervantes, ante un público que llenó la sala por completo. La prensa local —especialmente La Unión Ilustrada— ofreció una descripción minuciosa del acto: “El Teatro Cervantes se hallaba artísticamente adornado con plantas y flores, ofreciendo un aspecto grandioso. Aurelio Anglada había elegido un selecto programa en el que figuraban Elisir d’Amore de Donizetti, la canción de Carmen y la preciosa canción argentina ¡Ay, ay, ay!, que cantó con exquisita delicadeza, siendo ovacionado por el público.”

La segunda parte del concierto incluyó Occhi di fata de Denza, el epílogo de Mefistófeles y la canción andaluza A Granada, de su siempre fiel pianista acompañante Cristóbal Palacios, que el público exigió repetir entre vítores. Anglada cerró la velada con arias de Tosca, El barbero de Sevilla y la Jota aragonesa del maestro Serrano, pieza en la que “hizo derroche de facultades, logrando entusiasmar al auditorio, que se la hizo repetir muchas veces entre ruidosas ovaciones”.
La crítica malagueña coincidió en señalar que aquella noche constituyó “uno de los triunfos más indiscutibles en que adquiere su mayor relieve la reputación del artista”. Era, de hecho, una despedida simbólica de los escenarios: tras aquel éxito, Anglada abandonaría las grandes producciones operísticas para dedicarse a recitales de cámara, beneficencia y grabaciones discográficas.
LA RETIRADA: BENEFICENCIA, RADIO Y ÚLTIMOS AÑOS
En 1926 participó en un concierto benéfico por las víctimas del huracán de La Habana, organizado por su amigo Marcos Redondo, y ese mismo año debutó en Unión Radio Madrid, cantando romanzas de Thomas, Massenet, Padilla y Palacios.

Entre 1927 y 1932 figuró en las carteleras del Gran Teatro del Liceo de Barcelona, alternando su repertorio operístico con recitales y grabaciones para los sellos Odeon y Regal, donde registró títulos como Amapola, Princesita, La Dolores, Himno de Riego o La Marsellesa.

Durante los años 40 y 50 ofreció conciertos esporádicos en la Sociedad Filarmónica de Málaga, ya como veterano del canto lírico.
Vivió sus últimos años en Málaga, en la calle Nosquera, donde falleció el 30 de enero de 1961, a los 72 años.
CONCLUSIÓN
Aurelio Anglada fue un ejemplo de ascenso artístico y social en la España de comienzos del siglo XX: de hijo de albañil veleño a tenor de fama europea formado en el estilo del bel canto italiano.
Su voz, descrita por los críticos como “dulce, apasionada y radiante”, resonó en los principales teatros de Europa y España, y supo, además, cantar desde temas de tradición musical andaluza hasta obras de la escuela italiana, y las llevó al máximo grado.
Hoy su nombre es reconocido por su Ayuntamiento como Axárquico de Honor.

FUENTES
BNE Biblioteca Nacional de España
Biblioteca Virtual de la Provincia de Málaga
Archivo - Museo Fundación Unicaja de Artes y Costumbres Populares
Wikipedia
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