Catalina Lynch Bourman
- Chesko González
- 1 sept
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EXTRANJEROS EN VÉLEZ-MÁLAGA
Con anterioridad al siglo XVIII, Sevilla, primero, y después Cádiz, poseían el monopolio del comercio de ultramar. Todas las mercancías, operaciones comerciales y encargos que salían y llegaban de las colonias americanas debían pasar obligatoriamente por la Casa de la Contratación. Esto permitía a la Corona ejercer un estricto control fiscal, asegurando ingresos constantes a través de impuestos y aranceles. Sin embargo, esta rigidez provocaba diversos problemas: ralentización de las actividades comerciales, fomento del contrabando con otras potencias y, debido a la dificultad de gestionar un comercio tan vasto, el auge de la corrupción.
A partir de 1700, con las reformas borbónicas, se fue preparando el terreno para acabar con el monopolio de la Casa de la Contratación, hasta que finalmente se publicó el Reglamento de Libre Comercio (1778). Con él se permitió a la mayoría de los puertos peninsulares y americanos comerciar directamente, sin pasar por Cádiz.

El puerto de la bahía de Vélez-Málaga —que competía incluso con el de la propia capital— se convirtió en centro de atención para intereses extranjeros, especialmente de los reinos del Atlántico Norte. Prueba de ello fue el nombramiento de José Wuerter y Juan Pally como representantes diplomáticos de Suecia y Dinamarca en la ciudad veleña. Estas autoridades velaban por los productos embarcados desde dicho puerto hacia sus respectivas naciones.
En este contexto destaca la figura de Cathalina Lynch Bourman, una veleña pionera en el mundo de las finanzas de su tiempo.

ORÍGENES IRLANDESES
Durante los siglos XVI y XVII, la persecución religiosa en el Reino Unido empujó a muchos católicos irlandeses a refugiarse en territorios de la Monarquía Hispánica, donde eran bien recibidos. Muchos se afincaron en Málaga, aprovechando las ventajas comerciales que ofrecía el puerto. Familias como Wise, Aylward, Valois o Guillermo O’Sheam fueron representativas de esta sociedad irlandesa. En Vélez-Málaga destacaron los Joyes-Blake y los Lynch-Bourman.
Cathalina Lynch Bourman nació en 1746 en Vélez-Málaga. Su padre, Roberto Lynch, procedía de una estirpe mercantil irlandesa asentada en Málaga, donde prosperó como tratante de vinos, pasas y exportador hacia Inglaterra y Flandes. Llegó a figurar en el Catastro de Ensenada (1752) como uno de los hombres más acaudalados de la zona. Su madre, Paula Bourman, descendía de una familia con raíces irlandesas y malagueñas, lo que reforzaba el carácter internacional del linaje.
Quedó huérfana de madre muy joven. Su tutela pasó directamente a cargo de su padre, quien la instruyó en la gestión de libros de cuentas, contratos notariales y negociación comercial, algo inusual para una mujer de la época.
A los 25 años heredó el patrimonio paterno tras su fallecimiento, convirtiéndose en una de las mujeres más ricas de la comarca. No se limitó a conservar la fortuna, sino que la multiplicó mediante un sistema de financiación agrícola: adelantaba dinero a viticultores y agricultores a cambio de que, si no lograban reunir el monto, devolvieran el capital en especie (uvas, pasas, vino), que luego ella exportaba a América.
En 1779, con 33 años, contrajo matrimonio con Miguel Knaresbrough y Nagle, caballero de la Orden de Santiago, también de ascendencia irlandesa. El matrimonio, según las leyes de la época, limitaba la capacidad de la mujer para contratar. Cathalina, sin embargo, obtuvo licencia marital para poder seguir actuando en negocios y pleitos, prueba del reconocimiento que ya tenía su habilidad mercantil en la sociedad veleña. En estos años fundó la compañía “Lynch y Compañía”, junto a Juan Crooke, comerciante de origen inglés especializado en exportación vitivinícola y préstamos financieros.

VIUDEDAD Y FALLECIMIENTO
Cathalina Lynch enviudó en 1793, a los 47 años, tras lo cual recuperó plena autonomía jurídica. Se instaló durante un tiempo en Málaga capital, aunque su foco de operaciones siguió siendo la comarca de la Axarquía. En la última etapa de su vida se convirtió en la principal prestamista de Vélez-Málaga, con cientos de escrituras notariales a su nombre. Lo novedoso fue su red de apoyo financiero a mujeres viudas y solas, que no podían acceder fácilmente al crédito en aquel tiempo. De este modo, no solo ejerció como banquera, sino también como referente femenino de poder económico.
Vivió hasta los 78 años y falleció en 1824 en Vélez-Málaga. Fue enterrada en la iglesia de San Juan Bautista, principal templo de la ciudad.
LEGADO
Catalina Lynch fue una mujer que traspasó las barreras de género, gracias en parte a la confianza depositada por su padre. En el siglo XVIII, otras mujeres malagueñas también se dedicaban a los préstamos, como Bernarda Moreno, Jerónima Criado, María Díaz, Francisca de Moya o la danesa Catalina Schueman. Pero ella integró la tradición mercantil irlandesa con el tejido local y demostró que el comercio malagueño del siglo XVIII no se entiende sin la aportación de familias de origen extranjero.
FUENTES
Los comerciantes extranjeros de Málaga en 1776: Culminación de una instalación secular
María Begoña Villar García. Baética: Estudios de Historia Moderna y Contemporánea, Nº 19, 2, 1997, págs. 191-208
Proyecto de investigación Universidad de Sevilla: Encrucijada de mundos: Identidad, imagen y patrimonio de Andalucía en los tiempos modernos
Wikipedia
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Las mujeres han sido las grandes olvidadas de la historia. Gracias por tan interesante artículo.