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El Suizo

Actualizado: 13 oct

Fotografía de carnet de Alfred Bietenharder Sieber
Fotografía de carnet de Alfred Bietenharder Sieber

AÑOS DIFÍCILES


Alfred Bietenharder Sieber tenía apenas diecisiete años cuando su juventud se vio golpeada por la adversidad. Estudiaba cuarto curso de Comercio en el Instituto de Berna (Suiza). Pero un día, sus padres —Gottlieb, capataz de obras públicas, y Marie Anna— le comunicaron una noticia que le cambiaría la vida: debía abandonar los estudios.


Las deudas y los impagos de los préstamos arruinaron a sus padres, que se vieron obligados a vender la casa y trasladarse a una vivienda más humilde. Alfred se vio, de pronto, despojado de su futuro. Intentó abrirse camino en el mundo laboral, pero apenas consiguió algunos trabajos temporales. En Brig, encontró un puesto administrativo en el hospital local, aunque fue despedido al poco.


Corrían años difíciles. En 1914 había estallado la Gran Guerra, y aunque Suiza permaneció neutral, su geografía —rodeada de potencias en conflicto— la sumió en un bloqueo asfixiante. La escasez, el encarecimiento de los productos y el racionamiento marcaban el día a día.


Su padre muere en 1917. Sin trabajo y sin un céntimo, Alfred tomó una decisión desesperada. Con unas pocas monedas que le entregó su madre, viajó a Barcelona. No hablaba español y el idioma se convirtió en un problema. Sin embargo, el azar quiso que conociera a un compatriota, portero del Hotel Suizo, quien le presentó a un oficial reclutador de los Tercios de Extranjeros. Aquel encuentro cambio su destino. Alfred firmó un contrato por cinco años. Era el año 1920.


UN SARGENTO INSTRUCTOR


Los Tercios de Extranjeros eran la recién creada Legión Española, impulsada por el comandante Millán Astray. Alfred Bietenharder formó parte de los primeros reclutas de aquel cuerpo destinado a combatir en el Protectorado español de Marruecos, con su campamento principal en Dar Riffien (Ceuta).


Campamento de Dar Riffien (Ceuta)
Campamento de Dar Riffien (Ceuta)

España libraba entonces la dura Guerra del Rif contra las fuerzas de Abd el-Krim. Gracias a su formación, el joven suizo ascendió pronto: primero a cabo, luego a sargento instructor. Su responsabilidad era adiestrar a los nuevos reclutas que más tarde serían enviados al frente.


Al término de su contrato, Alfred decidió no renovar. Permaneció, no obstante, empleado en una empresa dedicada a obras de canalización de agua. Más tarde, abrió un pequeño bar cerca del campamento, frecuentado por legionarios y oficiales.


REGRESO A ESPAÑA


En 1925 conoció a María Domínguez Pineda, una joven de Cortes de la Frontera que residía en Ceuta. Se casaron el 28 de diciembre de ese mismo año. Alfred tuvo que solicitar a su país un certificado que demostrara que no estaba casado en Suiza.


Con el tiempo, el negocio fracasó. La prohibición de los oficiales de permitir la entrada de legionarios al local les dejó sin clientela. Cerraron el bar y regresaron a la península.


En 1931, coincidiendo con la proclamación de la Segunda República Española, la pareja llegó a Sevilla. Gracias a la mediación del cónsul suizo Ernst Peter, Alfred consiguió trabajo en una empresa exportadora de aceitunas. El país, sin embargo, vivía tiempos convulsos: huelgas, revueltas y un clima social inestable. Siguiendo el consejo del cónsul, el matrimonio se trasladó a Nerja.


Allí, Alfred trabajó para el ingeniero Schöller, que dirigía la construcción de una instalación hidroeléctrica en Salto Grande. Su labor consistía en ayudar en las mediciones de terreno. Finalizada la obra, en abril de 1933, marchó a Vélez-Málaga en busca de empleo.


Gracias a Schöller conoció al mecánico electricista Ernst Hablützel, de la planta eléctrica veleña. Éste trató sin éxito de encontrarle un puesto, pero finalmente Alfred logró colocarse en la fábrica exportadora Hijos de A. Ramos, dedicada al comercio agrícola.


Anuncio de la empresa donde el Suizo trabajó
Anuncio de la empresa donde el Suizo trabajó

ESTALLA LA GUERRA CIVIL


En aquellos años, el gerente de la Eléctrica de Vélez S.A. era otro suizo, Albert Stutz, vinculado a la poderosa Elektrobank de Zúrich, que controlaba buena parte del capital de la empresa.


El 18 de julio de 1936, el golpe de Estado sumió al país en la Guerra Civil. Stutz fue sustituido por un comité de empresa. Temiendo por su vida —pues lo acusaban de simpatías fascistas—, huyó de la ciudad. Por mediación del vicecónsul suizo en Málaga, su vivienda quedó al cuidado del electricista Hablützel. Éste y Alfred fueron los dos únicos suizos que permanecieron en Vélez, rechazando incluso la evacuación ofrecida por las autoridades consulares.


Milicianos y guardia de asalto a la derecha
Milicianos y guardia de asalto a la derecha

A pesar de la guerra, la empresa Hijos de A. Ramos continuó operando, exportando patatas y limones a Inglaterra. Pero el miedo crecía: los barcos evitaban el puerto de Torre del Mar ante los bombardeos de la aviación sublevada.


Bietenharder pertenecía a la Sociedad de Empleados de Oficinas y de Comercio, afiliada a la UGT. Era un hombre sin actividad política, pero su afiliación lo vinculaba inevitablemente al bando republicano.


EL BATALLÓN ANTIFASCISTA Nº 19


En diciembre de 1936, el Comité de Enlace ordenó la formación de un batallón. Todos sabían que Alfred había sido sargento instructor en la Legión Española, así que le ofrecieron el mando. Aceptó, quizás por miedo a ser considerado enemigo.


Sello del Batallón
Sello del Batallón

El recién nacido Batallón Antifascista nº 19 de Vélez-Málaga contaba con unos cuatrocientos hombres, organizados en tres compañías. Compartía el mando con el comisario político Antonio Beltrán Fortes, aunque, en la práctica, el batallón era poco más que una milicia improvisada: sin armas, sin disciplina y sin formación.


El propio Alfred intentó dotar de estructura a aquel grupo desorganizado. En su tiempo libre —tras la jornada en la oficina— instruía a los voluntarios en ejercicios de marcha y combate cuerpo a cuerpo (con escobas), en los campos donde hoy se alza el estadio municipal de fútbol Vivar Téllez.


Sus únicas operaciones fueron el rescate de la tripulación del vapor El Delfín, torpedeado y encallado en la costa de Torrox, y una breve misión de exploración en Canillas de Aceituno.


Documentos de las ordenes del Batallón.
Documentos de las ordenes del Batallón.

CAOS EN VÉLEZ


A comienzos de febrero de 1937, el frente republicano se desmoronaba. Las tropas nacionales avanzaban sobre Málaga, y Vélez se convirtió en un hervidero de refugiados, milicianos y miedo.


El 4 de febrero, Alfred regresó de la misión de exploración en Canillas y renunció al mando del batallón. Los aviones enemigos sobrevolaban la ciudad descargando sus bombas. Desde hacía un mes, en la pedanía de Cabrillas se había habilitado una pista de aterrizaje donde operaban seis Polikárpov rusos, los famosos “chatos”.


El sábado 6 de febrero, entre la mañana y las tres de la tarde, Vélez sufrió el mayor bombardeo hasta la fecha. Cayeron obuses sobre la pista de aterrizaje —uno de los polikarpov fue abatido— y sobre las trincheras del arroyo de los Zamoranos. La población vivía aterrorizada, mientras las milicias deambulaban sin rumbo ni mando.


Croquis donde se ubicaba la pista de aterrizaje
Croquis donde se ubicaba la pista de aterrizaje

El frente se quebró. Las tropas en retirada pasaban por la ciudad, que se vio anegada por una marea humana. Bietenharder, superado por los acontecimientos, confió a su compatriota Hablützel que todo estaba perdido y que, en cuanto pudiera conseguir un coche, huiría con su esposa y sus hijos hacia Valencia.


Durante la madrugada del 7 de febrero, el caos alcanzó su culmen. Se produjeron saqueos por doquier. Los milicianos, algunos borrachos, asaltaban viviendas y comercios. Hablützel avisó a Alfred de que estaban saqueando la casa del también suizo Stutz, casado con la hija de un oficial militar retirado de Vélez-Málaga. Acudieron juntos y trataron de imponer orden. Pero su acento extranjero los delató, y estuvieron a punto de ser fusilados.


Al amanecer, Vélez era una ciudad fantasmal. La mayor parte de la población había huido.


HUIDA Y REGRESO A SUIZA


Esa misma madrugada, Alfred y su familia huyeron en coche hacia la zona republicana. Fue una de las últimas autoridades locales en abandonar la ciudad. Se marcharon con lo puesto.


En Valencia se presentó ante el consulado suizo, donde le recomendaron regresar inmediatamente a su país. El 17 de febrero de 1937 embarcaron en un buque francés con destino a Marsella. Durante la travesía, el hambre y el agotamiento cobraron un precio terrible: uno de sus hijos recién nacido, Fernando, falleció.


El 21 de febrero llegaron a Berna, arruinados y exhaustos. Gracias al apoyo económico de los hermanos de Alfred pudieron sobrevivir hasta que él encontró trabajo. Poco después, fue sometido a un juicio militar en Suiza, proceso del que proceden la información que hoy nos permiten reconstruir su historia.


De izquierda a derecha Maria, mujer de Bietenharder, Carmen en brazos, Ana, Maria, Klara, Alfred, Alfred padre y Werner. Foto realizada en Suiza.
De izquierda a derecha Maria, mujer de Bietenharder, Carmen en brazos, Ana, Maria, Klara, Alfred, Alfred padre y Werner. Foto realizada en Suiza.

CONCLUSIÓN


Alfred Bietenharder Sieber fue testigo directo de uno de los episodios más trágicos de la historia de Vélez-Málaga. Su pasado como sargento instructor en la Legión Española le llevó a asumir, casi por obligación, el mando del Batallón Antifascista nº 19. Desde su posición, observó cómo la disciplina se disolvía, cómo el miedo se adueñaba de las calles y cómo el orden republicano se desmoronaba ante el empuje del ejército sublevado.


Huyó con su familia hacia Valencia, y desde allí regresó a Suiza en 1937, marcado por la guerra y por el desarraigo. Jamás volvió —ni él ni los suyos— a pisar suelo español. Su vida, tejida entre dos patrias y dos guerras, simboliza el destino de tantos hombres anónimos que la historia arrastra en su corriente, sin más culpa que la de haber nacido en tiempos difíciles.


FUENTES


  • Francisco Miguel González López: La historia que nunca se contó. La represión durante la guerra civil en el municipio de Vélez-Málaga. Ayuntamiento de Vélez-Málaga. 2008

  • Archivo Histórico Provincial de Málaga. Sección de la Gobernación. Caja “Asuntos Militares”.

  • Archivo General Militar de Ávila.

  • Proceso Nº 98/200 v. 1937 contra Alfred Bietenharder Sieber, folio 41. Archivo del Departamento Federal Militar de Berna. Suiza.

 
 
 

3 comentarios


Hola, he visto en el documento de los milicianos el nombre de un familiar, Antonio Cazorla Téllez e incluso creo reconocerlo en la foto.foto.¿Hay alguna posibilidad de saber cómo escapó de Vélez?.

Estuvo exiliado en Francia y no volvió a España hasta que murió Franco.

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Contestando a

No queda nadie de su familia directa,él estuvo exiliado en Marsella donde falleció. Su hermano Francisco Cazorla Téllez, lo trajo a España y está enterrado en Vélez. Eran primos de mis padres, ya solo quedan primos hermanos.

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