La huella de Roma en la Axarquía
- Chesko González
- 15 sept
- 8 Min. de lectura

ROMA, UN NUEVO PODER
La presencia de Roma en la península ibérica no puede comprenderse sin la figura de los Bárcidas, quizá la familia más poderosa de Cartago —actual Túnez—, que rivalizaba con los romanos por el control del Mediterráneo occidental. Ambas potencias ya se habían enfrentado en la Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.), de la que Cartago salió derrotada, viéndose obligada a entregar Sicilia, Córcega y Cerdeña.
Ante aquella crisis, los Bárcidas buscaron un nuevo escenario donde rehacer su poder. Apuntaron hacia la península ibérica, la cual les ofrecía lo que más necesitaban: recursos minerales abundantes y hombres para la guerra. Su instalación allí tuvo, por tanto, un marcado carácter militar, en contraposición con la tradición de sus paisanos fenicios, pueblo de navegantes y comerciantes, más mercantil que imperial.
En este contexto destaca Asdrúbal el Joven, yerno de Amílcar Barca, quien en el 227 a. C. fundó Qart Hadasht —Cartago Nova, la actual Cartagena—. Aquella ciudad se convirtió en la capital desde donde extendieron su influencia sobre las colonias costeras, desde Cádiz hasta las orillas del Ebro. Más arriba de este rio, y conforme a lo pactado con Roma, comenzaba la esfera de control romana.
Apenas dos décadas después de la Primera Guerra Púnica, la tensión creció tanto que estalló un segundo conflicto, iniciado con el célebre asedio de Sagunto en el 218 a. C. Este episodio concluyó con la conquista romana de Hispania, la expulsión de los cartagineses y el inicio de un proceso de aculturación sin precedentes, que transformó las estructuras políticas, sociales y culturales de los pueblos peninsulares.
ROMANIZACIÓN
La romanización fue la transformación paulatina de los pueblos indígenas al estilo de vida de los romanos, adoptando su lengua, sus costumbres, sus leyes, sus instituciones e incluso su urbanismo. No se trató de un fenómeno rápido ni homogéneo, sino lento y desigual, dependiendo de la región y de la resistencia o colaboración de las comunidades locales.
En la costa andaluza la romanización avanzó con rapidez por dos motivos principales. En primer lugar, por la herencia fenicia, que desde el siglo VIII a. C. había tejido una red de puertos y vías marítimas, convirtiendo la zona en un nodo comercial en constante contacto con los pueblos indígenas, ya habituados al tráfico mediterráneo. En segundo lugar, y quizá con mayor peso, por el interés de Roma en la explotación de los recursos mineros, especialmente de plata, cobre y plomo, abundantes en la región de la Bética. Esta riqueza atrajo a guarniciones militares y a colonos procedentes de Italia, deseosos de prosperar en estas tierras.

Sin embargo, es a partir de la época imperial, en el siglo II d. C., cuando el proceso de romanización se aceleró. Los centros urbanos crecieron, se levantaron monumentos, puentes y calzadas que unían las principales urbes del interior con el litoral, y se multiplicaron las villae, orientadas tanto a la manufactura de salazones como a la explotación agrícola y ganadera.
La Axarquía jugó un papel fundamental en el flujo comercial romano. Estuvo conectada a Roma por vía marítima y a ciudades importantes como Gadir, Hispalis, Cordvba, Sexi, Castulo, por medio de la extensa vía Augusta.

LA AXARQUÍA ROMANA
En esta comarca se distinguen dos espacios de poblamiento bien definidos. El primero corresponde al área litoral, integrada por asentamientos que, en su mayoría, ya habían estado habitados en época fenicia. Estos enclaves se ubicaban junto a la desembocadura de los ríos y se articularon en torno a las villae (mansiones), algunas de ellas dotadas de fondeaderos o caladeros para el transporte de los productos al puerto de Malaca. Su principal actividad económica fue la elaboración de salazones, con la presencia de hornos para la fabricación de ánforas. Algunos de estos asentamientos fueron Villa Antiopa, Maenoba, Cerro del Mar, la Pancha, Cerro de Capellanía, Villa Caviclum y Villa Auta.
El segundo se encuentra en el interior, entre el valle del río Guaro –hoy sumergido por el embalse de la Viñuela– y una cuña de terreno justo en la convergencia del río Seco y río Alcaucín, cerca del Puente don Manuel. Este espacio aún no ha sido excavado sistemáticamente, pero, por los hallazgos de restos de ánforas, tégulas, ímbrices, muros de mampostería y tumbas expoliadas, sabemos que debió estar poblado por viviendas dedicadas a la explotación agropecuaria. Un ejemplo de esto es la villae de Auta (Riogordo), que se encontraría en el eje comercial entre la zona de la Axarquía y la vega de Antequera.
SALAZONES Y GARUM
Los salazones fueron uno de los productos estrella de la economía axárquica de época romana. Se trataban de conservas de pescado elaboradas mediante sal, lo que permitía comercializarlo a larga distancia sin que se pudriera. El proceso era relativamente sencillo: El pescado (sardina, boquerón, caballa o atún) se limpiaba y se introducía en estructuras rectangulares de piedra revestidas de opus signinum (un mortero impermeable). A continuación, se colocaban capas alternas de pescado y sal marina. El proceso de curación podía durar semanas, dependiendo del tamaño del pez. El abundante hallazgo de anzuelos, contrapesos de cerámica y plomo para redes de pesca, así como piletas con restos de pescado, en distintos yacimientos costeros de la Axarquía, refleja la intensa actividad pesquera y conservera que se desarrollaba en esta región durante los primeros siglos de nuestra era.

Aunque sin duda el producto más codiciado por los romanos fue el garum, una exquisita salsa elaborada a partir de la fermentación de las vísceras de pescado. La salsa elaborada en nuestras costas alcanzó tal grado de calidad que llegó a ser el condimento más solicitada de todo el Imperio, generando pingues beneficios a sus fabricantes. Curiosamente, hoy una empresa gaditana ha recuperado esta tradición y lo comercializa bajo el nombre de “Flor de Garum”: una creativa forma de transformar la arqueología experimental en un negocio.

VILLAS DE LUJO
Fruto del boyante comercio del garum surgieron centros de producción explotados por familias, que llegaron a amasar grandes fortunas. Un vestigio de este auge económico son las suntuosas villas que comenzaron a construirse a partir del siglo II d. C.
Villa Antiopa, en el término municipal de Benagalbón, es un claro ejemplo. En ella se hallaron mosaicos muy elaborados, estancias de recepción, un peristilo, salas de baño (termas), entre otros elementos arquitectónicos, lo que demuestra que sus propietarios eran personas adineradas que buscaban mostrar su estatus y lujo. Esta villa contaba además con un embarcadero frente al edificio, en la playa, que siguió utilizándose incluso en época andalusí.

Otro ejemplo de villa marítima lo encontramos en Caviclum, junto a la desembocadura del río Torrox. Sobre un espigón de diez metros de altura se erigió un complejo que seguía el patrón de asentamiento romano: mansión, piletas de salazones, alfar de ánforas y baños privados o termas. Sobre sus restos se levantó siglos después el actual faro de Torrox.

En un contexto de interior, la Villa de Auta, en el municipio de Riogordo, muestra el modelo de villa rural con atrio central, espacios residenciales y ricos mosaicos que seguían las modas decorativas del Imperio. Curiosamente, en el impluvium o estanque central se halló un esqueleto, lo que llevó a los arqueólogos a plantear la hipótesis de un asesinato. ¿Una víctima en una época convulsa o un simple accidente?
MAEONBA
La zona de la desembocadura del río Vélez, habitada desde época fenicia, va a sufrir una reordenación del territorio y surgirán nuevos enclaves en época romana. Toscanos, después de ser abadonada, se reactivó en época imperial, con la construcción de una sobervia muralla de opus quadratum, que hoy podemos visitar y ver en parte en el nombrado yacimiento.
Al otro lado de la orilla del río estaba Cerro del Mar, un complejo con viviendas, piscinas de salazones y una necrópolis. Debido a la cantidad y variedad de monedas halladas en los alrededores de este yacimiento, los arqueólogos piensan que se trató de un posible centro de mercado y transacciones con Malaka, Obulco (Porcuna), Castulo (Linares) e incluso islas como Ebusus (Ibiza) y Ivlia Traducta (área del Estrecho).
Al norte de Toscanos, en un lugar llamado Manganeto (Almayate Alto) se excavaron varios hornos de alfarería dedicados a la producción de materiales constructivos y cerámicos, especialmente ánforas.

Toda esta zona posiblemente se trate de Maenoba, citada en las fuentes latinas, otra de las coordenadas que unían las rutas romanas del sur de la Bética.
CALZADA ROMANA
Los romanos no habrían podido crear un imperio sin dos elementos fundamentales de su organización: un ejército profesional y una vasta red de carreteras que conectaba Roma con sus provincias.

El Itinerario de Antonino, un documento que recoge la relación detallada de las vías y rutas del Imperio, menciona la vía Castulo–Malaca como uno de los ejes fundamentales de la Bética. Esta calzada unía la zona minera de Linares (Jaén) con el puerto de Malaca (Málaga), permitiendo la exportación de minerales, aceite y vino. Su trazado costero ha desaparecido hoy en día, erosionado por el tiempo o absorbido por cañadas y caminos medievales. Sin embargo, en 1998 apareció en Nerja un empedrado de 35 metros de largo por 5,4 de ancho, además de restos de un puente romano sobre el barranco de los Cazadores.
Este tramo era parte de la calzada que conectaba las villas de Sexi (Almuñécar) con Caviclum (Torrox), en un recorrido de unas 16 millas (unos 23,5 km). Contrariamente a lo que se pensaba, la carretera no discurría junto a los acantilados costeros —donde hoy pasa la carretera N-340—, sino que ascendía por el valle del río Torrox, bordeaba el Cerro Gordo y descendía por la vega de Nerja hasta la costa.

CONCLUSIÓN
La presencia romana en la Axarquía supuso una transformación profunda del territorio y de sus gentes. La romanización impregnó la vida cotidiana: el latín sustituyó a las lenguas locales, el derecho romano reguló la organización social, la religión se adaptó al panteón romano —incluido el culto al emperador— y numerosos edificios se levantaron siguiendo los cánones arquitectónicos latinos. Roma, la primera cultura globalizada de la Antigüedad, imprimió aquí una huella imperecedera.
Todo ello convirtió a la Axarquía en un espacio plenamente romanizado, formado por prósperas villas marítimas y rurales que, aunque no llegaron a formar nucleos poblacionames densamente habitados, estaban integradas en las redes comerciales y culturales del Mare Nostrum, cuyo legado aún hoy se percibe en los restos arqueológicos diseminados por la comarca.
FUENTES
La costa oriental malagueña en época romana: continuidad y transformación — Pilar Corrales Aguilar. Baética. Estudios de Arte, Geografía e Historia, nº 28 (2006), pp. 89-107. Dialnet
La ocupación romana en el interior de la cuenca del río Vélez (Málaga) — María José Berlanga Palomo. Baética. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea, nº 20 (1998), pp. 287-306. Dialnet+1
Los hornos romanos del Manganeto, Almayate Bajo (Málaga) — Oswaldo Arteaga. Noticiario arqueológico hispánico, Nº. 23, 1985, págs. 175-193. Dialnet+1
El comercio en Maenoba entre los siglos III a.C. - II d.C., en base a las monedas encontradas en los alrededores del Cerro del Mar — María Milagrosa Sarmentero Ortíz
Florentia Iliberritana: Revista de estudios de Antigüedad Clásica. Nº 24, 2013, págs. 245-267
Villa romana de Auta. Riogordo (Málaga) — M.ª José Boto González; Antonio Riñones Carranza.Mainake, vol. XI–XII (1989-1990), pp. 111-123. Dialnet
Spes in Deo. A propósito de una marca impresa sobre un fragmento cerámico hallado en la necrópolis romana del Faro de Torrox (Málaga) — Pedro Rodríguez Oliva. Mainake, nº 8-9 (1986-1987), pp. 215-224. Dialnet
Noticias sobre algunas esculturas romanas de la zona oriental del Conventus de Gades — Pedro Rodríguez Oliva. Baética. Estudios de Arte, Geografía e Historia, nº 4 (1981), pp. 79-87. Dialnet
La villa romana del Faro de Torrox: revisión a través de la arqueología de la documentación legada por un farero — Aurora Urdiales Escobar (coord.). En: Actas del Congreso Internacional “Las villas romanas bajoimperiales de Hispania” (2020), pp. 331-346. Dialnet
Via Domitiana Augusta — A. U. Stylow; Rafael Atencia Páez; J. C. Vera Rodríguez. Mainake, nº 26 (2004), pp. 417-430. (Tramo costero con paso por Vélez-Málaga y litoral de la Axarquía). Dialnet
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