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Zalia: entre el mito y la historia

Vistas del lado sur del castillo de Zalia. Fotografía del autor del artículo
Vistas del lado sur del castillo de Zalia. Fotografía del autor del artículo

DESCRIPCIÓN DEL CASTILLO


Cuando cayó Alhama en 1482, dando comienzo a la guerra de Granada, el castillos de Zalia se convirtió en una fortaleza fronteriza entre dos mundos en liza: el cristiano y el musulmán. Por entonces, era la cabeza administrativa de numerosas alquerías. Su posición elevada y estratégica defendía el cruce de caminos comerciales que comunicaban la costa de Ballix (Vélez-Málaga) con Granada, a través del conocido Boquete de Zafarraya.


En la actualidad, el castillo se encuentra en un estado ruinoso, aunque aún pueden percibirse algunos de los elementos arquitectónicos más destacados de su construcción.


Estado actual de uno de los lienzos del muro. Sin su primitivo recubrimiento de cal y arena amenaza con desmoronarse. Fotografía del autor del artículo
Estado actual de uno de los lienzos del muro. Sin su primitivo recubrimiento de cal y arena amenaza con desmoronarse. Fotografía del autor del artículo

La fortaleza se alza sobre una colina a unos 450 metros de altitud, dominando los valles del río Salia y río Alcaucín, cuyas aguas fueron de vital importancia para los moradores de esta zona. Contaba con una villa intramuros, situada en el segundo anillo de murallas, cuyos gruesos lienzos estaban reforzados por dos torres cilíndricas y catorce rectangulares. Hoy apenas queda en pie un lienzo de muralla y partes de las torres del sector norte y sur, donde se aprecian restos del mortero de cal y arena que recubría la fortificación.


Puerta de acceso al castillo con vestigio del recodo defensivo en la parte izquierda. Fotografía del autor del artículo
Puerta de acceso al castillo con vestigio del recodo defensivo en la parte izquierda. Fotografía del autor del artículo

En la parte más elevada se encontraba el recinto interior, con un perímetro de unos 800 m². Allí se abría una puerta en recodo, diseñada para la defensa, y existía además un aljibe revestido con argamasa de cal impermeabilizante que garantizaba el suministro de agua.


La torre principal, residencia del alcaide, se sitúa en el lado norte. Está construida en tapial —a diferencia de las demás, de mampostería—, una técnica muy empleada en época nazarí (siglos XII-XV). En sus muros aún se distinguen las huellas de los pechinales, las vigas de madera que sostenían los andamios. En otra torre, en el sector sur, se conservan los restos de una escalera que permitía ascender a lo alto.


Resto de la torre principal en la cara norte, donde vivía el alcaide del castillo. Aún se puede ver el enfoscado de cal y arena que recubría el muro. Fotografía del autor del artículo
Resto de la torre principal en la cara norte, donde vivía el alcaide del castillo. Aún se puede ver el enfoscado de cal y arena que recubría el muro. Fotografía del autor del artículo

MITOS Y LEYENDAS


Con el paso del tiempo, Zalia fue motivo de leyendas forjadas por cronistas cristianos y eruditos locales.


Algunos, como el cronista Diego Vázquez Otero en su obra Castillos y Paisajes Malagueños, identificaron el lugar con la mítica Odyscia, donde Ulises habría permanecido prisionero bajo los encantos de la ninfa Calipso. O la interpretación fundacional que realizó el padre Francisco de Vedmar, copiando a Antonio de Nebrija, como el lugar donde se ubicaba la legendaria ciudad fenicia de Tagara.


También se habló de la ciudad maldita, un mito de origen paleocristiano: el castillo habría sido una urbe habitada por epicúreos y politeístas que expulsaron al obispo Patricio en el siglo IV, cuando éste la estaba visitando. Como castigo divino, Dios envió una plaga de serpientes venenosas que provocó la muerte y huida de sus pobladores.


Por último, la tradición popular cuenta que una reina mora se bañaba cada noche de luna llena en el aljibe del castillo, dejando tras de sí un halo de misterio que aún hoy fascina a los vecinos del entorno.


LA VERDADERA HISTORIA


Más allá de los mitos, la investigación histórica y arqueológica nos ofrece una imagen más certera.


Antes del siglo X hubo en la zona poblaciones mozárabes, cristianos que vivían bajo dominio islámico. Se estima que hubo un primer asentamiento en la meseta de Zalia, donde han aparecido restos antrópicos y acumulación de piedras que parecen pertenecer a viviendas. La meseta, sin embargo, está pendiente de investigaciones sistemáticas.


También, Zalia se relaciona con el rebelde Umar ben Ḥafṣūn y su centro de operaciones, Bobastro. Aquellas comunidades vivían en fortificaciones humildes, con escasa cultura material, en un medio geográfico duro, las cuales, sintiéndose descendientes de los visigodos, le plantaron cara al poder musulmán durante 38 años estableciendo un reino independiente, hasta que en 928 Abderramán III impuso el control omeya.


Recreación ideal por IA de Umar ben Ḥafṣūn
Recreación ideal por IA de Umar ben Ḥafṣūn

La primera mención de ḥiṣn Ṣāliḥa (hisn significa castillo en árabe) aparece en el siglo XI, en las memorias de ʿAbd Allāh, último rey zirí de Granada. Nombra la Mesa de Zalia, su castillo, el Alcázar (ḥiṣn al-qaṣr) y Alcolea (al-Qulayʿa).


En el siglo XII, el geógrafo al-Idrīsī describe a Zalia como cabecera de un distrito con jurisdicción militar, comercial y administrativa, desde Alfarnate hasta Alcaucín. Ibn Gālib añade que allí se asentaban familias nobles granadinas de los Banū al-Qulayʿī.


Véase la posición estratégica de Zalia (en rojo) controlando las vegas de los dos ríos adyacentes. Composición propia del autor, a partir de Google Earth
Véase la posición estratégica de Zalia (en rojo) controlando las vegas de los dos ríos adyacentes. Composición propia del autor, a partir de Google Earth

En el siglo XIII, el cronista al-Maqqarī menciona a los Banū Rabīʿ, una familia de cadíes malagueños trasladados a Zalia que alcanzaron prestigio en la ciudad de Córdoba.


En los siglos XIV y XV, el historiador de Loja Ibn al-Jaṭīb señala que Zalia era un iqlīm, un distrito que ofrecía protección a los aldeanos en caso de ataques cristianos. Sin embargo, ya mostraba signos de decadencia: apenas servía como lugar de reposo para caravanas de camellos que llevaban y traían mercadería.


Entre la toma de Archidona en 1462 y la de Alhama en 1482, se sucedieron las razzias sobre la población andalusí axarqueña con el objetivo de desestabilizar la comarca. El castillo tuvo entonces serios problemas de abastecimiento, ya que apenas llegaba la cebada del llano de Zafarraya y sus dehesas de ganado de Zafarraya ya no eran seguras por los continuos ataques.


Finalmente, en 1485 el castillo de Zalia fue conquistada por tropas cristianas procedentes de Alhama de Granada. La caída se produjo en un asalto nocturno, cuando un pequeño destacamento escaló las murallas con ayuda de un cómplice en el interior. La guarnición de entonces debió ser escasa, pues descuidó la vigilancia y fue derrotada en apenas una hora de lucha. El último alcaide de Zalia se llamaba al Gebiz, el mismo que curiosamente pocos años después entregaría el castillo de Bentomiz al rey católico.


Desde entonces, la fortaleza quedó abandonada, víctima del expolio, el deterioro y el olvido. Solo su nombre de origen árabe ha sobrevivido hasta hoy.

 

UNA LÁPIDA MORTUORIA


En Zalia se descubrió una lápida mortuoria que arrojó luz a la historia de sus moradores. Tallada en piedra caliza y decorada con arcos polilobulados y decoración vegetal con forma de palmetas, la estela está inscrita en ambas caras:


En la cara anterior contiene la declaración de fe islámica (šahāda) y el epitafio del difunto Abū Ŷaʿfar Aḥmad b. ʿAbd Allāh b. ʿAbd al-Ŷabbār, fallecido el 1 de ṣafar de 746 de la Hégira (3 de junio de 1345). En la cara posterior, en caligrafía cúfica, proclama la unicidad de Dios: Allāh wāḥid.


Lápida de Zalia
Lápida de Zalia

Lapida de Zalia.
Lapida de Zalia.

En la epigrafía islámica funeraria, el uso de formas vegetales –como las palmetas que contiene la lápida– no son meramente decorativas: se asocian a la vida eterna y al paraíso, un jardín ideal prometido al creyente. El hecho de que aparezcan junto al arco central (que representa un mihrab o nicho de oración) refuerza la idea de entrada simbólica al Más Allá.


La pieza fue descubierta por el general Ramón María Narváez, quien se la ofreció para su estudio al arabista Leopoldo de Eguilaz, hasta acabar en manos de la familia granadina Díaz Berbel. Hoy puede visitarse en el museo de Granada, considerado un documento excepcional de la epigrafía nazarí del siglo XIV.


CONCLUSIÓN


Si viajamos en coche desde Vélez-Málaga a Zafarraya, pasando el Puente de don Manuel (Alcaucín), podemos divisar las ruinas del antiguo castillo de Zalia. Aunque en su día se hicieron trabajos de consolidación de los muros, el enclave presenta hoy un estado de completo abandono. Sin embargo, entre los tímidos torreones y los restos de murallas que emergen entre la vegetación, todavía es posible intuir la grandeza que tuvo en otro tiempo. Ahora no es más que la sombra de un pasado, a veces turbulento, de la Axarquía malagueña.


FUENTES


 
 
 

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